El principal motivo aleccionador de todo hombre, es el triunfo, motivación que se alimenta de ese mismo triunfo obtenido en algún momento, así como el éxito se nutre del mismo éxito. Y esto es lo que todo adolescente debe aspirar en su vida.
Para poder alcanzar la meta que se pueda trazar en esa etapa de su vida, el pase de niño a adulto, lo más importante es lograr instruirlos a que se hagan seguidores del éxito. Y una de las formas más precisas para que se pueda desarrollar ese espíritu triunfante, es consiguiendo que ese adolescente se vuelva fanático en equilibrio al triunfo. Es de saber que en esa fase del crecimiento humano puede aparecer una primera desmotivación, para no llamarla pequeño fracaso, la falta de una victoria deportiva como errar el gol ganador, el batazo oportuno, el salto más largo, o inclusive alcanzar la más alta nota académica motivadora o un regaño oportuno de mamá o papá, dolerá, pero ese impase prescribirá el día que distingan y observen que otras posibilidades existen, tan óptimas como aquellas que se quisieron alcanzar en un determinado momento.
La adolescencia es la etapa en que se piensan muchas cosas de la vida en el día a día y para el futuro, pero viéndola desde esa perspectiva de inmadurez, de querer aprender, de querer que sea a su manera. En estos casos, sin duda alguna el mejor camino de ayudar a esos jóvenes aprendices es darles esa convicción y advertencias que los entusiasmen para enfrentar esos venideros años de vida.
Y precisamente el mejor aporte que se le pueda dar también, es guiarlo a que estudie y aprenda para que logre ser alguien en la vida, para que tenga éxitos, para que sea victorioso, para que sea ganador, y sobre todo logre alcanzar las metas que se propongan en esas edades, y para que los triunfos le nazcan desde el mismo momento que comiencen a estudiar. Ese, sin duda alguna es un momento crucial. Sus estudios los pueden llevar adelante e iniciar en institutos educativos que tengan como visión verdadera “el progreso” de sus estudiantes, y una de las alternativas que los padres y representantes le pueden regalar a sus hijos es, validando su bachillerato. Donde se les permita adquirir ese aprendizaje académico tan necesario para obtener y alcanzar ese primer peldaño educativo como es titularse de bachiller.
Validar el bachillerato es una opción provechosa para todos esos jóvenes y demás personas que quieren estudiar, que quieren nutrirse de conocimientos, que quieren fortalecer su intelecto, y para que, a la vuelta de la esquina alcancen su norte profesional, bien sea por ciclos o acelerado en un tiempo no más de seis meses o máximo un año, y lo mejor de todo es que se vaya aprendiendo y alcanzando sus metas desde su propio hogar, convirtiendo esta oportunidad en la mejor fortaleza: el disponer de la forma más personal y privada si se quiere, de aprender.
En conclusión, una de las mejores formas de lograr ese galardón de adolescente y de triunfar, es saborear el éxito, el verse y sentirse exitoso, satisfecho por tener esa oportunidad de estudiar. El disfrutar esos momentos de la vida es único, no tiene comparación. Es una sensación personal de haber dado ese paso inicial para lograr ese trofeo.
Poco a poco se consiguen los propósitos, las metas y se vencen los desafíos y obstáculos. Con sapiencia y recomendaciones se logra la motivación del éxito, pero más que todo labrarle el camino a ese adolescente hacia su VICTORIA personal, y que el mismo se entregue su trofeo.